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Los textos antiguos IV: eléboro negro, harmala, hierba sardonia, hiedra, cilantro y artemisia

Otras plantas de efectos similares a los de las solanáceas eran bien conocidas en la Antigüedad. Tal ocurría con las propiedades psicoactivas del eléboro negro (Helleborus niger), que aparece mencionado en tablillas asirias como ingrediente de un ungüento que propiciaba la protección de los dioses (Labat, 1950) y del que se decía que su efecto era tan potente que podía intoxicar a quienes lo arrancaban, como recoge, una vez más, Teofrasto (Hist. Plant., IX, 8, 5-&):

"También dicen que algunas raíces hay que cogerlas de noche, otras de día, y algunas antes de que los rayos del sol caigan sobre ellas, como la llamada madreselva. Estas observaciones y otras semejantes no deben considerarse fuera de lugar, porque las propiedades de algunas plantas son tan nocivas, que hay quien dice que consumen y queman como el fuego. Porque el hierba sardoniaeléboro hace que la cabeza adquiera pesantez, y los recolectores no pueden estar arrancándolo mucho tiempo, por lo cual comen antes ajos que riegan con vino puro.”(TRAD. J.Mª Diaz-Regañon).

Dioscórides (De mat. med., III, 152) señala igualmente sus efectos como remedio para la melancolía y la locura. Su recolección era presidida por una serie de ritos mágicos, como cuenta Teofrasto (Hist. Plant., IX, 8, 8):

“Se dice también que se debe trazar un círculo en torno al eléboro negro y cortarlo mirando al Este y formulando plegarias, procurando guardarse del águila que vuela a la derecha o a la izquierda, porque los cortadores corren peligro, si el águila se acerca a ellos, de morir dentro del año.” (TRAD. J.Mª Diaz-Regañon).

Hierba “sardonia”.
De acuerdo con Dioscórides (De mat. med., VI, 13) se trata de una especie de Ranúnculo, identificada en ocasiones como Apium rifus y también como Ranunculus sceleratus, que comida o bebida perturba el sentido. Según el mito formaba parte de un antiguo sacrificio a Cronos en el que las víctimas morían con la apariencia de estar riéndose. Parece que se trata, como el acónito, de un veneno con un poderoso efecto sobre el sistema nervioso. Pero en muchas ocasiones, como podemos comprobar, la diferencia entre una potente droga y un veneno mortal es solo cuestión de dosis.

Harmala.
También conocida como “ruda siria” (Peganum harmala) es una planta originaria de las áreas desérticas. Sus semillas contienen alcaloides beta-carbonílicos psicoactivos en una enorme proporción que puede llegar al 4% de su peso en seco. Uno de estos alcalóides, la harmalina, es exactamente la misma sustancia que contiene la Banisteriospsis caapi, uno de los componentes del ayahuasca amazónico. Era, según parece, la planta Djs de los egipcios y cuyo consumo, junto con otras, estaba prohibido por los textos religiosos. Es mencionada por Dióscorides (De mat. med., III, 49) que señala su uso para aliviar las fatigas de la vista. Según una teoría reciente (López Pardo, e.p.) podría haber formado parte del comercio que los fenicios mantenían en el litoral atlántico africano con los llamados etiopes oocidentales que según el Pseudo Scylax "participaban en los banquetes de los dioses", y también se ha propuesto su identificación con el enteógeno base del Haoma, la pócima ritual del Avesta.

Hiedra.
La hiedra posee ciertas caracterísiticas psicoactivas. En Egipto, de donde no era autóctona y necesitó por tanto ser aclimatada, fue consagrada a Osiris, según el testimonio de Diodoro de Sicilia (I, 17, 4) y Plutarco (De Iside et Osiride, 37, 367 E), constituyendo un símbolo de eternidad por lo que ornamentaba muchos sarcófagos y vasos funerarios de época tardía. Sus hojas forman parte de la iconografía dionisíaca.

Plinio y Dioscórides mencionan sus efectos. Según el naturalista (Hist. Nat., XXIV, 75) perturba el espíritu:

“Hemos mencionado veinte especies de hiedra. Todas tienen propiedades dobles en medicina: tomadas en dosis altas en forma de pócima perturban el espíritu y liberan (purgan) la cabeza; en el interior atacan a los nervios, mientras que en su uso externo son saludables a estos mismos nervios”.

Por su parte, Dioscórides (De mat. med., II, 170) señala que su jugo y sus frutos perturban el sentido, aunque se refiere a la que el denomina “negra” por el color de éstos. Andrés Laguna, médico del póntifice Julio III, traductor y comentador al castellano de la obra de Dioscórides, señala igualmente que su jugo perturba la razón “ni más ni menos que el vino”.

Cilantro y artemisia (ajenjo).
El cilantro o coriandro (Coriandrum sativum) es una de las plantas medicinales más antiguas, utilizada frecuentemente por los asirios y los egipcios. Su efectos tóxicos -bebido produce una especie de embriaguez desinhibidora- eran conocidos por Dioscórides (De mat. med., VI, 11) quien afirma:

"No se puede ocultar el cilantro, por razón de su fuerte olor. Bebido hace la voz ronca y engendra cierto furor como el de los ebrios, acompañado de palabras sucias, torpes y deshonestas".

Por su parte el ajenjo (Artemisia absinthium) también llamada "artemisia amarga" o "hierba santa" es otra planta medicinal conocida por los egipcios y los griegos que la ide
ntificaron con la diosa Artemis, hermana gemela de Apolo, e hija de Zeus y Leto. En el mito griego es la propia diosa quién la descubre y será el centauro Queirón quién le ponga su nombre. Fumada produce efectos similares a los del cannabis y con ella se elabora el licor de absenta, el "hada verde" inspirador de poetas y artistas en la Europa del siglo XIX. Dioscórides (De mat. med., III, 121) habla de sus efectos medicinales pero no menciona su potencial psicoactivo, no obstante Areteo de Capadocia la recomienda contra la melancolía y Apuleyo estimaba que era útil para alejar los demonios (Godbey; 1930: 226). Es citada en varias ocasiones en papiros griegos procedentes de egipto que contienen distintas fórmulas mágicas y no caba duda de que se trataba de una planta sagrada. Aunque se discuten los efectos alucinógenos de su principal componente, un aceite esencial denominado thujol o thujone, que también se encuentra en otras plantas, como la tuya, el ciprés y algunos enebros, lo cierto es que parece que a dosis elevadas puede llegar a producir delirios junto con daños cerebrales.

2 comentarios:

Real Project Coaching dijo...

Estimado profesor G. Wagner.
En el apartado destinado a la ruda siria se hace referencia a un estudio de López Pardo, ¿podría indicarme si ese estudio está finalmente publicado y cuál es su título completo?
Muchas gracias. Pilar

Carlos G. Wagner dijo...

Hola Pilar, disculpa por el retraso. Lo puedes encontrar aquí: https://www.ucm.es/data/cont/docs/106-2013-05-14-23.pdf

Saludos




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