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El Haoma y el Avesta

Los primeros indoeuropeos que penetraron en Irán procedían probablemente de las riberas del Volga. Se trataba de los indoarios que se establecieron al sur del Mar Caspio, en la llanura de Gurgán. Mucho tiempo atrás, hacia mediados del cuarto milenio a. C. se habían separado de otro grupo que estaba también constituido por las tribus iranias. Sin embargo, tras su llegada no permanecieron en aquella región por mucho tiempo. Por motivos que desconocemos, se dividieron en dos grupos, dirigiéndose uno hacia el Oeste y el otro hacia el Este. Estos últimos se establecieron en la India.

A finales del segundo milenio, otro grupo indoeuropeo, emparentado con los indoarios, los iranios, habían atravesado el Cáucaso, estableciéndose una parte de ellos en el Irán occidental, donde siglos más tarde los conoceremos con el nombre de medos y persas, mientras que otros, los turanios, avanzaron en dirección a Oriente, llegando de esta forma a contactar con los indoarios de la India. La llegada de los medos y persas a la altiplanicie irania supuso el fin de la Edad del Bronce y el comienzo de la del Hierro.

La religión indoirania.
Entre los antiguos iranios la sistematización de un panteón con numerosas divinidades -de origen indo-iranio unas, próximas por tanto al ambiente religioso védico, tomadas otras de los pueblos con los que estuvieron en contacto- no se realizó por yuxtaposición de familias, parejas o triadas de dioses, como en otros lugares del Próximo Oriente, sino mediante una tendencia monoteísta/dualista que se atribuye a las reformas de Zoroastro y un posterior resurgimiento de los antiguos dioses en el que tomaron parte muy activa diversos sincretismos. La primitiva religión irania se caracterizaba por un politeísmo que distinguía entre los ahuras, una categoría especial de entre los "señores celestes" y los daevas, divinidades en principio que no eran ahuras, y que con el tiempo fueron rebajados a la categoría de demonios. Apam Napat, principio vital y creador de todas las cosas y de la humanidad, Mitra, dios de la guerra y de la aurora, así como Airyaman, protector de las personas, pertenecían, junto con Ahura Mazda, a la primera categoría, mientras que otros dioses igualmente antiguos como Indra, que llegó prácticamente a desaparecer, Saurva o Nanhaizya, eran considerados daevas. Otros, como Verezragna, el dios de la victoria, ocupaban una situación intermedia y de hecho se le consideraba ahuradata o "creado por un ahura". A partir del reinado de Artajerjes II se impuso la tríada formada por Ahura Mazda, Mitra y la diosa Anahita.

Zoroastro y la reforma: el culto a Ahura Mazda.
La reforma monoteísta/dualista atribuida por la tradición a Zoroastro marginó a los daevas, convirtiendo a Ahura Mazda en dios supremo, creador de todas las cosas, que había engendrado a Spenta Mainyu y a Anra Mainyu, espíritus benéfico y destructor respectivamente. Era también el padre de las Entidades, o elementos abstractos en que fueron transformadas muchas de las antiguas divinidades. Estas Entidades eran, principalmente, Apam Napat, el fuego que fluye en medio de las aguas, Haurvatat y Ameretat, encargadas de la tutela de las aguas y de las plantas, Vohu Manah, que vino a sustituir a Mithra como "señor de los ganados" y era el más activo y eficaz de los intermediarios entre Dios y el hombre. Asha era la más importante de todas las Entidades con relaciones estrechísimas con el Creador, que se valió de ella para llenar de luces el espacio. Finalmente el propio Ahura Mazda terminó por absorber al Espíritu benéfico, enfrentándose en solitario a un rival, Anra Mainyu, copartícipe también de la creación pero que, sin embargo, estaba destinado a ser vencido.

Con el paso del tiempo se produjo, no obstante, el renacimiento de las antiguas creencias politeístas de dos maneras distintas. Por la desaparición de las Entidades que quedaron reducidas a simples divinidades, incluso con sus distinciones entre masculinas y femeninas, y con el resurgimiento de los antiguos dioses, como Anahita, diosa de las aguas, Hvare, el sol brillante e inmortal, Mah, la luna, Parendi, diosa de la abundancia y la riqueza, Rashnu, protector de los inocentes, Vayu, el viento, Zurvan, el tiempo, Mithra y sus compañeros Airyaman y Bhaga, dios este último del matrimonio, y otros tantos que, sin embargo, no se integran en un sistema, ni hay una distribución de poderes entre ellos. No todos los dioses y seres sobrenaturales tenían un carácter benéfico. Además del Espíritu del mal del zoroastrismo, Dahaka, el dragón de tres cabezas, y Apaosha, el demonio de la sequía, ocuparon un lugar importante. El mismo Anra Mainyu quedó convertido finalmente en el "demonio de los demonios". Contra todos ellos existían ensalmos, talismanes y exorcismos.

Magia y adivinación.
La religión irania contenía mucho de adivinación y astrología, pero el zoroastrismo mazdeico excluía la magia. La adivinación se realizaba por los sueños, la observación de los astros y la ordalía por el fuego. Parece que el uso de narcóticos, derivado de antiguas prácticas chamanísticas, era conocido como un medio para inducir una experiencia extática, un viaje celeste o infernal que aportaba, entre otras cosas, conocimientos sobre el futuro, pero no sabemos nada sobre su incidencia y difusión. Aunque el zoroastrismo había extirpado la magia del culto a los dioses, y brujos y hechiceras eran considerados como criminales, quedaron algunas reminiscencias, como el hecho de emplear las plegarias en calidad de conjuros. Asímismo, los medios para repeler una influencia provocada por la magia eran frecuentemente mágicos.

La liturgía del Haoma.
El sacrificio del Haoma, o Yasna, era una ceremonia vivificante, análoga a la del Soma en la India, cuya parte principal consistía en la elaboración de una bebida sagrada, a partir de una planta igualmente sagrada, que era al mismo tiempo una divinidad. Su eficacia radicaba en la fertilidad, la procreación, la salud y la inmortalidad, cuyas expectativas aumentaba. También producía un tipo de conocimiento y de valor distintos a los habituales. El sacrificio del Haoma era una ceremonia compleja, en la que confluían los distintos sentidos que se otorga a los rituales. Constituía el centro del ritual mazdeico, como el del Soma, su equivalente en la India, lo era del védico. Era la conmemoración de una cosmogonía, y por tanto un ritual de renovación, y al mismo tiempo anunciaba y anticipaba una escatología mediante un sacrificio que era, en realidad, una eucaristía, una comunión.

Los Yasna y la pócima ritual de los pueblos iranios.
El Avesta constituye el libro sagrado de la religión de los antiguos iranios. El primer libro del Avesta está dividido en dos partes. La primera contiene los gatha o himnos que en algunos casos se atribuyen a Zoroastro, mientras que la segunda, yasna, es el canón litúrgico para preparar la bebida sagrada Haoma y las pautas que debe seguir el sacrificio. Podemos apreciar en la figura de Zoroastro, profeta y reformador de la religión de los antiguos iranios, las huellas de una revitalización intensa que parece responder, según se lee en los Gatha del Avesta, al conflicto que enfrentaba a los pastores sedentarios con los guerreros predadores (Ling, 1972: 148) allá por el siglo X a. C, cuando las poblaciones indoiranias aún no habían adoptado el modo de vida urbano de sus vecinos próximo-orientales. Por otra parte, el Haoma del Avesta responde exactamente al Soma de los Vedas. La ofrenda del Haoma es el centro del ritual mazdeico, como la ofrenda del Soma constituye el centro del ritual védico.

“Creador, llevamos, oh! puro Aura-Mazda! a las habitaciones que tenemos en este Mundo dotado de cuerpo, el fuego, el baresma, la taza, el Haoma y el mortero” (Avesta, III, 5, 123).

“Sobre un fuego ardiente, con el Baresma reunido, con el Haoma elevado. Entonces vuelven a estos lugares los alimentos que engordan y fortifican, la abundancia y la fertilidad, la salud, el bienestar y las cosechas de granos y forrajes” (Avesta, III, 9, 195-6).

En el Vendidad-sadé otro de los libros del Avesta cuya redacción se sitúa hacia la segunda mitad del siglo II a. C., Zoroastro lo utiliza para luchar contra Agra-Mainyús, que encarna todas las fuerzas del mal:

“Los morteros, las tazas, el Haoma y las palabras que Ahura-Mazda ha pronunciado. Estas son mis mejores armas” (Avesta, III, 19, 30).

Como el Soma, el Haoma es a la vez un dios, una planta sagrada y la bebida mística que se extrae de ella. Y tanto en un caso como en otro se trata de una planta embriagante que contiene virtudes naturales y sobrenaturales. Así la liturgia avéstica atribuye a la bebida sagrada las virtudes de curación, de fiereza, longevidad, prosperidad, sabiduría e inmortalidad que los himnos védicos celebran cuanto cantan al Soma, en palabras del propio Zoroastro, que deplora los excesos y su uso profano e incontrolado, pero no la bebida en sí:

“¡Oración a Haoma!, Haoma es bueno: Haoma está bien creado, ha sido creado justo, ha sido creado bueno y curador. Es hermoso de forma, quiere el bien, es victorioso. De color oro, de tallo flexible, es excelente para beber y el mejor de los viáticos para el alma.
Oh Haoma de oro, yo pido de ti la sabiduría, la fuerza y la victoria, la salud y la curación; la prosperidad y la grandeza; la fuerza de todo el cuerpo y la ciencia universal; y que pueda ir por el mundo como señor soberano, aplastando el maleficio....”. (Avesta, II, 9, 16-17)

“Yo te celebro, !oh Haoma! la más preciosa y más excelente ofrenda que pueden presentar los hombres buenos y santos creados por Ahura-Mazda (Avesta, III, 19, 66).

Debido a su esencia divina no se contamina como les sucede al resto de los seres vivos:

“Creador, si se ha llevado sobre el Haoma un perro o un hombre muerto, ¿cual es la porción que permanece pura?, oh Ahura-Mazda!
Ahura-Mazda respondió: Todo él es puro, !oh puro Zaratustra!
El Haoma estrujado no sufre ni descomposición ni muerte” (Avesta, III, 6, 84-86).

Parece, por tanto, muy posible, aunque los textos del Avesta sean mucho más recientes que los himnos védicos, que en la religión de los antiguos iranios la bebida ritual que se consumía en el momento álgido de la liturgia contuviera algún tipo de enteógeno similar al Soma. Algunos gathas del Avesta así parecen confirmarlo:

“Cuando (oh Mazdah) suprimirás la orina de esta ebriedad
con la que los sacerdotes malévolamente engañan al pueblo?” (Avesta, I, 48, 10).

La antigua tradición irania o parsi también conoce un Haoma “blanco” que es mencionado frecuentemente. Crecía en la fuente de Arduisur y aquel que lo comía se tornaba inmortal. Tras la resurrección cada hombre tomará una parte de él con lo que escapará a la ley de la muerte.

La identificación botánica del Haoma.
Ya que existen evidentes analogías entre el Haoma y el Soma cabría preguntarse si no se trata en este caso también de algún tipo de enteógeno. Aunque algunos autores, como el propio Dumezil, han pensado en alguna clase de brebaje alcoholico, lo cierto es que no hay el menor soporte en los yasna para una tal suposición. Otro tanto ocurre con los vedas y el Soma, que oponen al piadoso bebedor de Soma al suraza, impío bebedor de sura, un licor fermentado de fuerte contenido alcohólico. Por el contrario, parcece bastante claro que se trata de una planta tóxica de efectos visionarios, aunque durante un tiempo no se podía aventurar su identificación concreta (de Felice, 1975: 212). Pero a raíz de las investigaciones de los Wasson sobre el Soma y de sus resultados, la hipótesis de que el Haoma originario no fuera otra cosa que amanita muscaria, fue cobrando fuerza.

Por el contrario, D.S. Flattery y M. Schwartz (1989) sostienen que tanto el Haoma como el Soma no son otra cosa que las semillas de la "ruda siria" (Peganum harmala), cuyas semillas, que contienen alcaloides como Harmina (presente también en el ayahusca), Harmalina y Tetrahidroharmalina, pueden llegar a tener efectos similares al LSD. No obstante, como ya advirtió A. Escohotado (1989: 106): "La tesis de que soma y haoma tenían como ingrediente fundamental amanita muscaria, encuentra refuerzos indirectos en la referencia a una "orina de ebriedad" manejada por los sacerdotes. Como ya se mencionó, los fino-ugros, los baltos y muchas tribus siberianas afectas al uso ritual de esta amanita (cuyas mitologías y lenguas presentan grandes puntos de contacto con las indoiranias) beben la orina del chamán, y la del que la bebió, incluso tres o cuatro veces, hasta el punto de que hay un recipiente específico para tales fines. Las razones de costumbre tan nauseabunda para nuestras pautas son, evidentemente, que los alcaloides no solo llegan intactos sino purificados por la orina y que las amanitas no abundan (o no abundan todo cuanto esos grupos desearían) siendo su posesión un signo de riqueza que -según testimonio de viajeros y exploradores- equivale a la propiedad sobre un alce o unos perros".

Parece bastante probable que la "ruda siria" o harmala, se convirtiera, finalmente en un sustituto del enteógeno originario del Haoma, cuando éste llegó a ser díficil de conseguir. Otro tanto había ocurrido en la India, respecto al Soma, también posteriormente sustituido por otros psicoativos. Ello no debe hacernos olvidar su naturaleza primitiva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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