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La Navidad, el Solsticio de Invierno y el chamanismo circumpolar

¿Pensaron alguna vez que la Navidad, esa celebración cristiana, tal y como la conocemos hoy, convertida desde hace un tiempo en una orgía de consumo desenfrenado y de felicidad inducida e insípida, puede guardar algún tipo de conexiones con antiguos enteógenos y chamanes?. Pues así es. Como el propio título de la entrada indica, el quid de la cuestión radica en las celebraciones paganas del solsticio de invierno. Algo que ya era sabido. Su relación con el chamanismo y los enteógenos se conoce menos.

La fecha de la Natividad.
Se está bastante seguro de que Jesús no nació en la noche del 24 al 25 de diciembre. Los textos de los Evangelios, en especial el de Lucas, por ejemplo, nos dicen que los pastores que recibieron la presencia anunciadora del ángel pernoctaban al raso, cosa poco comprensible en los comienzos del invierno y mucho más apropiada de la primavera. En cualquier caso, a los primeros cristianos, esta cuestión parece no haberles importado mucho. Ellos, partícipes de una religión que guardaba ciertas semejanzas -salvo su carácter monoteísta- con otros cultos mistéricos de la Antigüedad, en los que la muerte y posterior vuelta a la vida de la divinidad constituía una promesa de una vida venturosa en el más allá, celebraban sobre todo la Pascua de Resurrección.

Durante los primeros siglos teólogos y expertos empezaron a discutir la fecha del natalicio, sin lograr mucho consenso. El 6 y el 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y el 25 de mayo, esta última propuesta por Clemente de Alejandría, fueron algunas de las que se barajaron. Luego la Iglesia armenia fijó la conmemoración el día 6 de enero y otras iglesias orientales dos días después. De hecho éstas fueron las dos primeras fechas en que la Cristiandad celebró la llegada del hijo de Dios a este mundo. Pero no es hasta el año 345, durante el pontificado del papa Julio I, - otros autores lo sitúan entre el 354 y el 360 durante el pontificado de Liberio, que se fijó definitivamente en la noche del 24 al 25 de diciembre, fecha en la que en el mundo romano se celebraba el Natalis Solis Invicti, el nacimiento del Sol Invencible, conmemoración muy popular con la que se festejaba la llegada del solsticio de invierno.

El renacimiento del Sol.
En todo el mundo antiguo, esta fecha había tenido una gran significación, pues se trata del momento en el que el astro diurno llega a su punto más bajo y parece, durante unos días, permanecer fijo y lejano en el ecuador celeste. Luego comenzará su ascenso, los días se irán haciendo más largos, anunciando así la llegada de la lejana primavera. Por todas partes se celebraba este renacimiento del sol y de las poderosas fuerzas de la Naturaleza que lo acompañan. Resulta muy significativo, que las principales culturas urbanas de la Antigüedad situaran el nacimiento de sus jóvenes dioses de carácter solar, como Osiris, Horus, Dionisos, Apolo o Mitra, justamente en el solsticio de invierno.

En Roma, la celebración de las Saturnalias, antiguas fiestas campesinas en honor a Saturno, símbolo de la abundancia, que habían revivido para adquirir gran importancia tras la derrota ante Aníbal en el Lago Trasimeno en el 217 a. C., lo que motivó, al parecer, una oleada de fervor religioso, tenía lugar en la semana comprendida entre el 17 y el 23 de diciembre y constituían, en realidad, un rito de rebelión, durante el cual el orden del mundo quedaba trastocado y se invertían los papeles sociales. Cesaba toda actividad pública y cualquier arte y oficio, se celebraban grandes banquetes, en los que los señores servían y festejaban a sus esclavos, se intercambiaban regalos y se bebía y se practicaban juegos de azar.

En otros lugares de Europa, especialmente entre los pueblos germanos, que tardaron más en ser romanizados y cuya cristianización fue más tardía e imperfecta, las celebraciones del solsticio de invierno perduraron, en su esencia más rústicamente pagana, hasta bien entrada la Edad Media, allá por el siglo X de nuestra era. Dichas celebraciones tenían mucho que ver con la adoración al árbol sagrado, o Arbol del Mundo de los antiguos chamanes, así como con los "señores del invierno" con los que a menudo aquellos se relacionaban.

Las tradiciones paganas y los enteógenos.
En las tradiciones de las regiones circumpolares el caballo es el animal chamánico por excelencia. Aunque ausente en nuestra Navidad, el caballo era la montura de San Nicolás, en la que se habían fundido en gran parte de Europa, dos tradiciones distintas. Por un lado, la figura histórica de Nicolás de Bari, convertido en santo posteriormente, de otro la del Abuelo Invierno, común en las celebraciones paganas de los países nórdicos. Este último se relaciona a su vez con los "señores del invierno" muy vinculados a los espíritus de las montañas y a los de ciertos árboles en las antiguas creencias chamánicas. Es de esta forma que el San Nicolás medieval terminó montando un caballo blanco, que al igual que el de Odín, volaba, en este caso sobre los tejados de las casas para dejar sus regalos en el solsticio de invierno. Algo que en la europa precristiana era solo propio de algunas divinidades paganas y, aún antes, un rasgo típico de los chamanes.

Por otra parte, la existencia de un cahamanismo circumpolar ha sido bien estudiada y queda fuera de toda posible controversia. Otro tanto cabe decir del chamanismo primitivo en otras regiones europeas. La confluencia de las creencias de los pueblos nórdicos, celtas y eslavos -que aún contenían vestigios de un antiguo sustrato chamánico- con el cristianismo acabó terminando en una fusión de elementos en la que, sin embargo, algunos perduraron, perdiendo su originario sentido, bajo una forma cristianizada. Los ritos en torno al árbol sagrado, Arbol del Mundo y Arbol de la vida, el fresno para los celtas y escandinavos y el pino o abeto para los pueblos bálticos y los pastores de renos siberianos, así como el culto al roble, árbol sagrado de gran parte de Europa, o al abedul, otro árbol sagrado de los celtas bajo el que crece la amanita muscaria, confluyeron finalmente en la representación del árbol cristiano de la navidad en todos estos países, pero purgada de sus antiguas conotaciones enteogénicas.

En las regiones circumpolares, los antiguos chamanes acostumbraban a realizar la recolección del hongo mágico, que crecía bajo las coníferas, para sus ritos del solsticio de invierno coincidiendo con la migración de las manadas de renos que bajaban desde las montañas hasta los valles, menos azotados por los frios vientos que anunciaban la llegada de la estación invernal. Seguramente también con un sentido práctico, ya que los renos acostumbran a deleitarse con la amanita muscaria. Después de siglos de cristianización, esta seta mágica y visionaria, hogar de un tipo de diminutos gnomos y de una amplísima difusión geográfica y cultural (J.Mª. Fericgla, El hongo y la génesis de las culturas, Barcelona, 1994) se siguió utilizando como adorno del árbol navideño.

Otro tanto puede decirse del muérdago (Viscum album), planta sagrada de los druidas, que solo apreciaban aquél que nacía en los robles y cuya recolección, que tenía lugar en ambos solsticios, estaba acompañada de complejos ritos, como suele ocurrir con todas las plantas mágicas. Aunque en este caso no se le conocen propiedades enteógenas, ha sido muy reputada desde antiguo por sus virtudes médicas, hoy reconocidas por la ciencia, así como afrodisíacas. En cualquier caso los rituales de los druidas, que utilizaban plantas como el beleño o el eléboro negro con fines medicinales y mágicos, incluían la intoxicación con la amanita muscaria, de tal forma que cuando salían a orinar en la nieve, algunas personas humildes aguardaban para poder recoger los restos del énteógeo eliminados con la orina, como sucede aún actualmente en algunas tribus indias de Canadá. También utilizaban en sus rituales del solsticio de invierno fumigaciones realizadas quemando las ramas de árboles como el cedro blanco o el enebro de las nieves, cuyo aceite esencial contiene thujol, de efectos psicoactivos y visionarios (Godbey, 1930: 235) y que eran igualmente empleadas como un remedio mágico para combatir las plagas y los malos espíritus.

Los renos y el vuelo mágico de Santa Claus.
Ahora, Santa Claus o Papá Noel es una especie de mago que vuela en el cielo nocturno de la Navidad a bordo de un trineo tirado por renos. En muchas tradiciones chamánicas europeas, el alma del difunto es conducida al Otro Mundo guiada por un ciervo o un verraco, animales mágicos que son también la montura de los propios chamanes, al igual que caballos y corzos. Como afirma L. A. Husey en su estudio sobre el cahamanismo de norte de Europa: "Merlin's mount in the old Welsh material is a great stag, and Halifax, in Shaman, shows that in many diverse cultures (Huichol, Finnish/Lappish, Southwest American, Siberian) the stag could be a shaman's transport. Among some Mongol tribes, the drum is called "the black stag", and the Karagas and Soyot tribes of Siberia call the drum "the shaman's roebuck" and sing "I am travelling with a wild roebuck!".

¿De donde salieron los renos mágicos de Santa Claus?. Fueron los holandeses quienes llevaron consigo a San Nicolás a America del Norte, al que, en su lengua, llamaban Sinter Klaas, de donde procede finalmente nuestro Santa Claus. Posteriormente Clement Moore, en su famoso poema "Una visita de San Nicolás", allá por 1824 en el Sentinel de Nueva York, quien, conocedor, al parecer, de que los lapones fijaban la llegada del "Padre Invierno" en el momento en que se producía la migración de los renos, seguramente los más inteligentes de los cérvidos, desde las montañas hacia los valles, los incorporó a la leyenda navideña. Así que el Padre Invierno, convertido en San Nicolás y luego en Santa Claus fue provisto de un trineo tirado por renos, que en principio eran sólo ocho. Se piensa que para esto Moore se pudo inspirar en las leyendas escandinavas, en las que Odín cabalgaba sobre un caballo de ocho patas. Curiosamente los nombres de dos de los renos son "trueno" y "relámpago" y en el folclore popular, así como en las leyendas clásicas, las tormentas y los rayos están a menudo relacionados con los hongos.




El Santa Claus de Moore era, no obstante, enano y delgado como un duende. ¿Tal vez un duende de los que habitan las setas mágicas, amanitas muscarias, con las que los renos y los chamanes del entorno circumpolar acostumbraban a intoxicarse?. No lo sabemos, pero en muchas de estas poblaciones los antiguos chamanes realizaban sus vuelos sobre renos después de haber ingerido el hongo. La transformación posterior en un anciano regordete y jovial vestido de rojo y blanco se debe a la mano del dibujante satírico Thomas Nast en sus tiras navideñas para el Harper's Weekly allá por 1863, aunque aún lo representaba como un gnomo colándose por las chimeneas. Anteriormente San Nicolas habría vestido de verde y el Padre Invierno, del blanco de la nieve, como el francés Bonhomme Noël, de donde proviene nuestro Papá Noel.

Fue el ilustrador Haddon Sundblom, en 1931, quien por encargo de Coca-Cola, diseñó la imagen de Santa Claus que todos conocemos, privándole de su aspecto anterior de gnomo y proporcionándole características humanas de abuelo gordo y bonachón. Con ello se perdía gran parte del misterio que hasta entonces le había acompañado, pero se ganaban, en cambio, millones de dolares

El acebo y el árbol de la Navidad.
El acebo (Ilex aquifolium) uno de los adornos típicos de la Navidad, era una planta mágica en muchos lugares de la antigua Europa. Para los celtas era portadora de buena suerte por lo que se plantaba cerca de las casas con el fin de protegerlas y formaba parte de las celebraciones del soslticio de invierno para que proporcionara buena fortuna y prosperidad. Curiosamente tiene propiedades medicinales, como diurético, reductor de la fiebre y sedante, aunque uno de sus alcaliodes la teobromina, produce efectos estimulantes y cardiotónicos, lo que le relaciona con los antiguos herbarios, mientras que las bayas rojas de los especímenes hembras, pues se trata de una planta diodica, son sumamente tóxicas. Por otro lado, es también alimento de ciervos y corzos, por lo que se relaciona doblemente con la Navidad, por su presencia en los rituales paganos del solsticio de invierno y por constituir parte de la dieta de los renos de Santa Claus.

Es muy probable, por otro lado, que la leyenda medieval que atribuye a un monje cristiano la costumbre de adornar un pino por las navidades, no tenga una base muy sólida. Cuando San Bonifacio fue a evangelizar a los pueblos germánicos, se cuenta que arrancó un roble sagrado y en su lugar plantó un pino y lo adornó con manzanas para simbolizar el pecado original y con velas que representaban la luz que Cristo había traído al mundo. No obstante, la costumbre de adornar los árboles durante el solsticio de invierno era muy anterior. Y por otra parte, el pino o el abeto era un árbol mágico para muchas de estas poblaciones europeas, que veían en él una representación del Arbol del Mundo, que es, al mismo tiempo, el Arbol de la Vida y la Inmortalidad, y a cuya sombra suele crecer la seta visionaria, el poderoso enteógeno en forma de hongo. Parece más bien, que nuestro monje, tuvo que aceptar una vieja costumbre pagana rodeándola de un significado cristiano. ¿Conseguiría que sus feligreses dejaran de ingerir el hongo durante las celebraciones?.

Setas y otras plantas mágicas, gnomos que, como chamanes, realizan un vuelo celeste acompañados de sus monturas favoritas, los renos, y un árbol mágico cuyo fruto, que crece a sus pies, proporciona sabiduría e inmortalidad. Visto así, ¿que hay de cristiano en toda esta iconografía del soslticio de invierno trasladada a la Navidad?.

En fín, ¡que tengan un buen solsticio de invierno!, promesa de días cada vez más largos, aunque aún frios, y recuerdo, por tanto, de la primavera que está por venir.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

A los cristianos les suele ser difícil aceptar que todos los ritos que llevan son en realidad la continuación de los que ya hacían pero cambiándoles el nombre y el trasfondo, quizás cuando hablamos de ritos indígenas cristianizados en iberoamérica se puede apreciar con mucha más facilidad esa adaptación y su ausente causa divina.

Symp dijo...

No es un problema de los cristianos, sino de la perpetuación de una iglesia, que al más puro estilo medieval, ha segregado la cultura y la exégesis de sus textos, que son textos iniciaticos y que no se pueden leer como una novela, del pueblo llano.

Pero ningún cura te pondría pega en aceptar que Jesús no nació el 25 de diciembre, sino que la fecha fue tomada de sol romano naciente, como cuenta Wagner.

Piensa que la misa de los católicos se deja de dar en latín.... tras el concilio vaticano II !!!!

Y eso, provoca un cisma (lefebre) entre otras cosas.

Tampoco murió Jesús con 33 años, sino con unos 50 aproximadamente (según ciertos cálculos..).

Para los que tengan un interés especial en la exégesis biblica, y en este caso en las profecias apocalipticas y el sentido de la numerologia en la biblia, visiten http://www.atrio.org/?p=228
donde Xabier Pikaza lo explica con su habitual maestria y buen humor.

Carlos G. Wagner dijo...

Gracias por el enlace, Symposion, resulta de lo más instructivo. Lo cierto es que los primeros cristianos no parecen haberse diferenciado mucho de los seguidores de otros cultos iniciáticos

DDAA dijo...

Magnífico artículo, pero no termino de ver claro que la Coca-Cola, con su campaña ilustrada por Haddon Sundblom, fuera la creadora de la imagen actual de Santa Claus. Es indudable que contribuyó a fijarla, pero, como se dice en el texto, Thomas Nast ya lo había caracterizado como gordo y bonachón en 1863, casi setenta años antes de la campaña de la Coca-Cola. Otro ejemplo, más claro aún, de 1881 y del mismo autor.

En esta web vienen portadas de revistas de 1920, 1925 y años posteriores donde queda claro que Coca-Cola no inventó nada.

Por lo demás es imposible hablar de "semejanzas" entre el cristianismo y los cultos mistéricos que lo precedieron, sino más bien de apropiación descarada, de plagio y, finalmente, de la erradicación y el borrado de éstos y de las huellas del crimen.

Carlos G. Wagner dijo...

Tiene toda la razón, en realidad Coca Cola solo se aprovechó de los diseños de Nast, popularizándolos.

Bueno, me refería a los primeros cristianos, antes de que el poder imperial de Roma convirtiera su culto en la religión oficial. La apropiación descarada, como muy bien dice, comenzó a partir de entonces.

Muchas gracias por los links, son sumamente ilustrativos

Carlos G. Wagner dijo...

Al hilo, de nuevo, del interesante comentario de ddaa, parece que en un principio Nast dibujó a Santa Claus como lo había imaginado Moore, para enseguida variar su aspecto.¿Cual fue la razón?. Lo ignoro, pero seguro que los enteógenos tuvieron poco que ver.

¡Feliz año!

Anónimo dijo...

Haré un comentario que nada tiene que ver con la temática; si con la fuga de 2 personajes. ddaa y symposion.

¿Por qué han desaparecido sus reflexiones (la semana pasada aún flotaban en pocimae...)?

Miserableshit.

Carlos G. Wagner dijo...

Pues no lo se. Resulta un misterio para mi.

Anónimo dijo...

Gracias por molestarte en responderme.

Es curioso, dado que hubo una especie de coincidencia (pura superchería por otra parte...)

El hecho es que buscando eventos y celebraciones con potencial psicodélico, desde creadelia, me encontré con esta fantabulosa web. Observé la tradición de las Saturnalias, y a modo de guiño, la añadí como evento... Después me fijé que Symposion y Ddaa, grandes articulistas y activistas propsicoactivos, habían dejado su huella en esta web.

2 semanas después, vuelvo a leerme tu artículo, y veo que sus mensajes han desaparecido... ¿Mano negra? ¿Táctica de guerrilla?

I don´t know.

Seguiré leyendo vuestros artículos, sinceramente germansi.

Unknown dijo...

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... que decía la canción.

Impresionante la calidad de la web!

Carlos G. Wagner dijo...

Pues si, aún no me explico que es lo que ha pasado.
¿Incidencia técnica selectiva?, no se...

En fín, gracias germán.

Ramón D. dijo...

Como siempre una fantástica y excelente entrada, mis más sinceras felicitaciones.

Resulta evidente que las prácticas religiosas a lo largo de la historia no surgen de la nada, sino que se van superponiendo unas sobre otras, fusionando culturas y asimilando influencias de muchas fuentes.

Creo que además en el mito de la Natividad existen otros elementos popularmente aceptados, como el nacimiento en una gruta o cueva típico de los dioses solares, que muestran claramente que lo que celebramos es el solsticio.

Así que, visto lo visto, un saludo y ¡feliz solsticio!.

Carlos G. Wagner dijo...

Gracias Ramón y ¡feliz solsticio!

Piedra dijo...

Extraordinario artículo. Si no puedes con tu enemigo,únete a él.

Las nuevas religiones dominantes siempre han actuado igual históricamente ante las tradiciones y ritos de los pueblos invadidos o colonizados.
Es mas fácil variar el sentido que eliminar las tradiciones y mucho mas productivo.

Carlos G. Wagner dijo...

Me alegra que te haya gustado, y si, asi viene siendo desde los amaneceres de los tiempos




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