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¿Un patrón común indoeuropeo?

Tampoco la literatura de los antiguos griegos abunda en historias y alusiones sobre hongos. Sin embargo, C. Watkins (1977) ha mostrado que las fórmulas empleadas en el ritual védico del Soma guardan correspondencias precisas y formales con los procedimientos para la preparación de algunas pócimas rituales o mágicas en el mundo griego, como la pócima de Circe, la bebida de Nestor y la de Demeter, por lo que representan un indicio bastante seguro de que todas ellas surgen de un pasado indoeuropeo común. Pero, ¿donde están los hongos en la religión griega antigua?. Es posible que un poderoso tabú -los antiguos griegos eran micófobos- haya logrado borrar casi todas su huellas al proteger el uso de la planta sagrada.

Alimento de los dioses: nectar y ambrosía.
De acuerdo con C. A. P. Ruck, la ambrosía y el nectar, la comida y bebida de los dioses, son una versión griega del Soma y Haoma. El mismo Apolo, por poner solo un ejemplo fue alimentado tras su nacimiento con tan singulares manjares:

"No amamantó su madre a Apolo, sino que Temis
le ofreció el néctar y la deliciosa ambrosía

con sus manos inmortales
".
Himno a Apolo
, 123-125.

El significado de “ambrosía”, el manjar de los dioses olímpicos, lo mismo que el de "nectar" es “aquello que confiere la inmortalidad”, si bien algunos estudios filológicos destacan que el nectar originalmente confería la inmortalidad, impidiendo la muerte prematura, al tiempo que la ambrosía libraba del envejecimiento, aunque tal distinción parece haberse perdido ya en Homero (R. LAZZERONI, "Il nettare e l'ambrosia: su alcune rappresentazioni indoeuropee della morte", SSL, 18 (1988): 177-199; cfr: J. URIA VARELA, "El néctar y la ambrosía: nota interpretativa al Himno a Apolo (189-193)", Myrtia, 1 7 (1992): 141-145.
Algunos mitos griegos hablan de una droga que proporcionaba la inmortalidad. Tal ocurre, por ejemplo, con Calypso, ninfa de extraordinaria belleza que reside en una isla en el lejano Oceano oocidental, y que era capaz otorgarla, lo que solo puede ser obtenido de otro modo por medio de la ambrosía. Cuando Hermes fue a vistarla por encargo de Zeus la encontró en la gran caverna en la que había hecho su residencia ante un fuego y a lo largo de la isla flotaba el olor de las hogeras de cedro y enebro (Odisea, V, 5 ss). Sus sumilitudes con la mesopotámica Siduri-Sabitu fueron señaladas hace tiempo por M. S. Jensen (cfr: W.F. Albrigth, "The Goddess of Life and Wisdom", The American Journal of Semitic Languages and Literatures, 36, 4 (Jul, 1920), pp 261 ss). Thetis rodeaba de noche al niño Aquiles con fuego y de día ungía sus tiernas carnes con ambrosía para hacerlo inmortal y salvarlo de los horrores de la vejez (Apolonio de Rodas, Argonautica, IV, 757 ss), lo que recuerda muy de cerca el proceder de Demeter con el hijo de Deyanira, reina de Elusis. En el mito de Tántalo este fue castigado por querer proporcionar a la humanidad los alimentos de los dioses, con lo que alcanzaría su misma categoría. Según la tradición, que recogen, entre otros, Píndaro y Apolodoro (Ep., 2, 1):

“Tántalo es castigado en el Hades a permanercer para siempre en un lago con una piedra suspendida sobre él, viendo en torno a sus hombros árboles con frutas que crecen en la orilla. El agua le alcanza al mentón, pero cuando intenta beberla se seca, y cuando quiere coger las frutas los árboles son arrebatados por los vientos hasta las nubes.Según algunos, sufre este castigo por haber divulgado los secretos de los dioses y por haber repartido la ambrosía a sus compañeros.” (TRAD. M. Rodríguez de Sepúlveda).

Las fuentes más antiguas aún mantienen la tradición de ambrosía como bebida, así que, originalmente, parece que ambos eran similares. También en la religión védica figuraba junto a Soma, Amrita, literalmente "sin muerte" en sánscrito, la bebida que proporcionaba la inmortalidad a los dioses. Algunos gramáticos griegos nos proporcionan incluso los ingredientes de ambos, a saber, para la ambrosía miel, agua, frutas, aceite de oliva, queso y cebada perlada, mientras que el néctar estaría compuesto de miel, agua, fruta y tal vez cebada. ¿Como es posible que semejantes alimentos puedan conferir la inmortalidad?. ¿Merecía Tántalo semejante castigo por haber divulgado su conocimiento?. Se trataba de alimentos al alcance de cualquiera. Y sobre todo, ya que la creencia popular opinaba que los hongos eran el alimento de los dioses, ¿como es que no se encuentran en esta receta?.

Al igual que los vedas se refieren casi siempre elípticamente a la naturaleza del Soma, debemos considerar que es posible que se encuentren escondidos entre estos ingredientes, o que se silencien a propósito. A este respecto, tal vez resulte atinada la observación de R. Graves (1994: 70 ss) sobre porqué no se específica de que clase de fruta se trata, mientras que la mención del agua parece supérflua, y el acróstico que aparece deletreando las iniciales de estas palabras en griego: muketa para la ambrosía y muk(a) para el nectar, ambos relacionados con la palabra griega que significa “hongo”.

Los mitos griegos tambien recuerdan a un curioso personaje, Orión, que se relacionaba con un antiguo intoxicante predecesor del vino dionisiáco, capaz de andar sobre las aguas y que fue “transportado” por la Aurora, que se había enamorado de él. Según se decía, había nacido de una piel de buey sobre la que habían orinado Zeus, Poseidón y Hermes, y su propio nombre está relacionado etimológicamente con el acto de orinar. El mismo Dionisos había nacido, como un hongo, a causa de un rayo lanzado por Zeus. Pero Dionisos no es sino el “Zeus de Nisa”, lugar donde precísamente Perséfone había sido raptada por Hades, mientras recogía flores silvestres en compañía de unas ninfas, lo que recuerda otro de estos “raptos”, el de Oritiya en la montaña por el “aliento” o pneuma de Boreas cuando también recogía flores junto a su doncella, Farmakeya, o “la que usa de las drogas”. Sólo que ésta vez su destino era el “antiguo jardín” de Apolo en el país de los hiperbóreos.

La ofrenda de los hiperbóreos y la droga de la inmortalidad.
Una vez al año, los hiperbóreos, pueblo mítico norteño que vívia en lo que se decía había sido la patria originaria de Apolo, enviaban, junto a las demás ciudades de Grecia, su ofrenda envuelta, como todas las restantes primicias, o, primeros frutos de las cosechas, en una gavilla de trigo al santuario de Delos. Según Heródoto (IV, 33):

“Pero quienes dan muchísimas más informaciones sobre ellos (los hiperbóreos) son los delios. Según ellos, ciertas ofrendas segradas, embaladas en paja de trigo, llegan, procedentes de los hiperbóreos, hasta los escitas, acto seguido, de los escitas las van recibiendo sucesivamente todos los pueblos vecinos, que las transportan a occidente, hasta las remotas costas del Adríatico; y desde allí son enviadas hacía el sur, siendo los de Dodona los primeros griegos que las reciben. Desde Dodona bajan al golfo Melieo y pasan a Eubea; y, de ciudad en ciudad, las envían hasta Caristio, desde donde las ofrendas opasan de largo por Andros, pues los caristios son quienes las llevan a Tenos, y los tenios a Delos.” (TRAD. C.Schrader).

Sobre el carácter de estas ofrendas sagradas he aquí lo que cuenta Pausanias (I, 31, 2):

“Las primicias estaban ocultas en una canastilla de trigo y nadie supo cuales eran.” (TRAD. A. Tovar).

O sea que, a diferencia de las demás se trataba de ofrendas secretas. Se decía que procedían del Jardín de Apolo en el país de los hiperbóreos, donde éstos las cultivaban. Según el estudio etnobotánico de C. A. P. Ruck (1996: 290 ss) estas ofrendas secretas no serían otra cosa que amanita muscaria, el primitivo componente psicoactivo del Soma védico, y una ruta tan larga y extraña como la seguida hasta llegar, cada año, a Delos, simbolizaba, seguramente, la ruta de la migración tribal de los indoeuropeos, procedentes de Asia central, hacia los territorios griegos.

Pero ¿se trataba de la misma droga con la que Gea había pretendido convertir en inmortales a los Gigantes?, lo que fue frustrado por Zeus. Según el mito, tal y como nos recuerda Apolodoro (Biblio., I, 6, 1):

"Gea, irritada a causa de los Titanes, procrea con Urano a los Gigantes: insuperables por su tamaño e invencibles por su fuerza, mostraban temible aspecto, con espesa pelambre pendiente de la cabeza y el mentón, y escamas de dragón como pies (...) Arrojaban al cielo encinas encendidas y piedras. Aventajaban a todos Porfirio y Alcioneo -que era inmortal mientras combatiera en su tierra nativa (...) A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado. Conociendo esto Gea busca una droga para que no poudieran ser vencidos ni por un mortal. Pero Zeus prohibió aparecer a Eos, Selene y Helios,, y adelantándose, él mismo destruyó la sustancia y por medio de Atenea llamó a Heracles en su ayuda". (TRAD. M. Rodríguez de Sepúlveda)

Dicho de otra forma, el triunfo de Zeus y los demás dioses sobre los gigantes podría estar representando el encumbramiento de las divinidades olímpicas sobre las ancestrales fuerzas ctónicas de la religión primitiva, la sustitución por la lituragia de los cultos ciudadanos de los antiguas manifestaciones extáticas de los ritaules preolímpicos, la purga del antiguo enteógeno, que quedará recluido en los Misterios, y su sustitución por el vino dionisiáco. Tal vez el mito de Tifón, monstruo creado por Gea tras la derrota de los Gigantes, y de cuyos muslos surgían enormes anillos de víboras, nos esté indicando la resistencia de la vieja religión a desaparecer. Zeus combatió contra él armado con una hoz (Apolodoro, Biblio., I, 6, 3), lo que sugiere su naturaleza botánica. Un enteógeno destinado a desaparecer de las celebraciones religiosas de la ciudad griega. Luego su recuerdo quedaría transformado en el protagonista derrotado de un mito. El control sobre los enteógenos fue puesto en manos de las familias sacerdotales que dirigían el santuario de Eleusis, y los de otros misterios menos conocidos, como los de Samotracia, y los trances extáticos desterrados de la religión cotidiana. Pero en un remoto pasado parece que los griegos también conocieron una droga, que como el Soma o el Haoma, confería la inmortalidad.

Los hongos y la primitiva religión griega.
¿Se trataba, en definitiva, de alguna clase de hongo visionario?. Despues de leer el magistral ensayo de Robert Graves (1994: 61 ss) al respecto no cabe albergar muchas dudas. El mismo abogaba por la falsa oronja, nombre popular, junto con "matamoscas", de la amanita muscaria en muchos lugares. Pero Graves, seguramente el poeta más inspirado del anterior siglo, nunca fue, ni pretendió serlo, un académico, aunque sus conocimientos sobre mitología y cultura clásica igualaran y en ocasiones superaran a los de insignes profesores de nuestras universidades. "Y ante todo, ¡no introduzcan ninguna clase de hongo en nuestra serena atmósfera clásica!" (p. 95), concluía, no sin cierta ironía, su trabajo.

Afortunadamente, su recomendación, no fue del todo observada. Un académico, el prof. Carl A. P. Ruck, filólogo experto y muy versado en el contenido botánico de los antiguos mitos helénicos, ha detectado (1992: 189 ss) toda una serie de alusiones elípticas a los hongos, como los "pie-sombra", estrambóticos seres originarios al parecer de la India, también conocidos como "una-pierna", y que en las tradiciones védicas es conocido como Aja Ekapad, "no-nacido, único pie" que resulta un nombre arcaico para Soma, comparte epítetos con él y a menudo va acompañado por la serpiente infernal, guardiana de la planta sagrada.

También la tribu de los arimaspos, o hombres "un-ojo", conectados con Aristeas de Proconeso, parecen terner relación con ellos, así como los cíclopes, nombrados individualmente con epítetos del rayo y que trabajaban con Hefestos, el dios del fuego, en la fragua volcánica. En mi primer trabajo sobre enteógenos (1984) ya había sugerido que Hefestos, padre de Erictonio, el hombre-serpiente, guardaba muchas semejanzas con la figura y poderes de un chamán. Pero había pasado por alto, su relación con plantas mágicas e intoxicantes encubiertas tras la símbología botánica del mito, como muy bien ha observado Ruck (p. 217).

Como es bien sabido, el emblema de Micenas, cuyo propio nombre está relacionado con la palabra griega para hongo, era el sapo. Epítetos relacionados con el sapo son atribuidos a los hongos en casi todas las culturas micófobas. En otras partes del mundo hay una clara relación entre ámbos.

Dionisos como Soma.
Dionisos, el más extático de todas las divinidades griegas, era claramente un dios preolímpico que fue el último en incorporarse al panteón oficial. Parece que las representaciones más antiguas lo concebían como un leño o un tronco de árbol, lo que claramente le asocia a los bosques. El primitivo nombre de sus fiestas era el de "Las Ambrosías" y no se celebraban durante ninguna fecha relacionada con la viticultura, sino durante la temporada de hongos (Graves, 1994: 77). Significativamente una de sus niñeras era la ninfa Ambrosía que se transformó en una vid cuando el impío rey tracio Licurgo, que había expulsado a Dionisos y sus ninfas del monte Nisa, le agrede con un hacha, tal y como vemos en un mosaico del Museo Arqueológico de Delos y en otro mosaico del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Si hay alguna antigua divinidad griega que haya podido ser originarimente un dios-hongo, este es, claramente, Dionisos.
Según J. Wohlberg, profesor del Departamento de Lenguas Clásicas de la Universidad de Nueva York las huellas del antiguo ritual del Soma pueden encontrarse en los rituales dionisiácos ("Haoma-Soma in the world of ancient Greece", Journal of Psychoactive Drugs, 1990 Jul-Sep; 22 (3), pp. 333-42): "Six formal criteria are used to establish the identify of Soma with Dionysos (Sabazios):
(1) both cults had the same aim (to cause ecstatic behavior);
(2) both cults required the attainment of the same spiritual state (purity);
(3) both cults had an idiosyncratic myth in common;
(4) both cults showed the identical word root in the name of the worshipped god;
(5) both cults had identical zoological and botanical associations with their god; and
(6) the alcoholic god (Dionysos) was depicted as having the same physical effects on human beings as that of the ancient nonalcoholic god (Soma)".

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