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Febrero, tiempo de purificaciones, lobos, espíritus y chamanes

En el antiguo calendario romano, Febrero, mes de los espíritus, tomó su nombre de Februa, divinidad estrusca de la muerte y la purificación, a la que se consideraba la madre de Marte, y de Febrio o Plutón, nombre latino del Hades griego. Era un mes, en la mitad del invierno, dedicado en muchos lugares de la Antigüedad a celebraciones ceremoniales que, por medio del fuego, pretendían alejar los malos espíritus que podían ocasionar daños en las cosechas, el ganado o provocar enfermedades. Se trataba de unos ritos con ciertas características mágicas en los que las esfinges de los espíritus perversos y de los enemigos eran destruidas por medio de las llamas. Precisamente por ello, tenían también un carácter purificador y el mes era considerado propio de los ritos purificadores.

En Atenas, entre el 5 y el 7 de Febrero -del undécimo al décimo tercer día del mes de Antesterión, octavo mes del calendario ático- se celebraban las Antesterias, fiestas en honor a Dionisos. El propio nombre del festival, literalmente "fiesta de las flores", tiene poco que ver en principio con el vino y tampoco se relaciona con su calendario agrícola, aunque en el primer día se destaparan las jarras que contenían el vino nuevo de la vendimia precedente. El segundo estaba presidido por un concurso de bebida y, finalmente el tercero se honraba a los muertos y se realizaban rituales destinados a alejar a los "keres", genios malignos que se apoderaban de las almas de los difuntos. Curiosamente, Plutarco (Mor., III, 655 e), señala que en el vino había una droga que era la causante de que se abrieran los sepulcros y los espíritus de los difuntos pudieran regresar a Atenas para el banquete.

Nueve días después comezaban los "Misterios Menores" en Agrai, un suburbio de Atenas en las faldas del monte Himeto, en los que se conmemoraba el rapto de Perséfone por Hades en un lugar llamado Nisa, cuando recogía flores acompañada de las hijas de Océano. Es de recordar que el rapto se produce gracias a la presencia, provista por la Madre Tierra, del narcótico narkissos (Dioscórides, De mat. med., IV, 161) cuyo nombre procede de narke, "estupefacción" y del que se decía que producía un adormecimiento similar a una muerte aparente. El señor de aquel lugar no era otro que el "Zeus de Nisa", esto es: Dionisos, por lo que la divinidad extática cuyos orígenes no están tampoco relacionados con el vino, sino con el espíritu de un árbol sagrado por lo que algunos de sus apelativos seguían siendo dendrites, "el de los árboles", o floios, "corteza", estaba también presente en los ritos con los que los que se iniciaba la preparación para los "Misterios Mayores", que se celebraban, meses más tarde, en Eléusis.

En Roma, los idus de Febrero, el día 13, se iniciban las Parentalia, un periodo de nueve días en honor de los difuntos que tenía un carácter funesto: los templos se cerraban y quedaban prohibidos los enlaces matrimoniales. Las familias visitaban las tumbas de sus seres queridos que habían fallecido y les hacían ofrendas consistentes en guirnaldas, granos de cereal, pan ablandado con vino y violetas (Ovidio, Fastos, II, 537 ss). El ciclo terminaba el día 21 con la celebración de las Feralia, un festival público de conotaciones mágicas y brujescas, al menos en la descripción que hace Ovidio, y en el que una anciana hechicera sacrificaba una oveja a los espíritus de la muerte. Al día siguiente se celebraban las Caristias, que conmemoraban el fallecimiento de algún familiar, y los miembros de la familia se reunían en torno a una comida, en la que al parecer se agradecía a los dioses el seguir estando vivos. Cuenta el poeta latino que, en una ocasión, hubo un periodo de negligencia respecto a las obligaciones con los difuntos, por lo que estos abandonaron las tumbas y llenaron de lamentos la noche, hasta que les volvieron a tributar las honras debidas.

Mientras tanto, el día 15 había tenido lugar la celebración de las Lupercalias, en honor al dios Fauno, antiquísima divinidad protectora de la agricultura. Como suele ocurrir con frecuencia, estaba revestido de unos rasgos variados y múltiples y se le consideraba uno de las fundadores de la religión romana al tiempo que se le atribuían dones proféticas. Sus vaticinios ocurrían en los sueños de aquellos que habían ido a pernoctar en su templo tras el sacrificio de un cordero, lo que presenta claras analogías con otros casos de revelaciones divinas durante el sueño bien conocidos y documentados en el mundo antiguo. Así, por ejemplo, en Mesopotamia los sueños en que el monarca solicitaba el vaticinio de los dioses Shamash y Hadad resultaban inducidos por los efluvios de un incienso psicoactivo situado en su cabecera. En Grecia, quienes dormían en el santuario de Asclepios tambien recibían revelaciones divinas en las que, según parece, la artemisa desempeñaba un papel esencial.




He aquí el testimonio de Virgilio (Eneid., VII, 81 ss) corroborado luego por otros autores como el mismo Cicerón:

"Entonces el rey, preocupado por estos fenómenos, de Fauno el oráculo
su padre clarividente, busca y consulta los bosques
al píe de la alta Albúnea, donde resuena la mayor de las selvas
con su fuente sagrada que, sombría, exhala terribles vapores.
Aquí los pueblos de Italia y toda la tierra de Enotria
respuesta buscan en la duda; aquí el sacerdote,
cuando lleva su ofrenda y en la noche callada se acuesta
en pellejos de velludas ovejas y el sueño concilia,
puede ver con maravillosas figuras muchas imágenes volar
y escucha voces diversas y de la conversación goza
de los dioses y habla con el Aqueronte del profundo Averno".
(TRAD. R. Fontán Barreiro)

La pregunta resulta obligada. ¿Aquellos que dormían en el templo de Fauno recibían las revelaciones divinas por medio de procedimientos similares a los utilizados en Grecia y Mesopotamia?. Lo cierto es que no se puede afirmar con certeza, pero resulta interesante saber que Fauno también profetizaba mediante voces de origen desconocido, y por todo ello se le consideraba, si bien era un dios benéfico y protector, responsable de apariciones espectrales y sonidos terroríficos. Pero, ¿por medio de que procedimiento puede inducir una divinidad visiones fantasmagóricas y alucinaciones auditivas?. Demeter e Isis también eran divinidades benéficas y protectoras, pero según Pausanias (X, 33, 18), cuando alguien no iniciado en sus misterios irrumpía en la celebración esto es lo que sucedía:

"Dicen que una vez penetró en el antro un profano cuando comenzó la pira a arder, por curiosidad y atrevimiento, y todo lo vio llenó de apariciones".

Según la tradición recogida por autores como Virgilio (Eneid., VIII, 338ss), Varrón (apud S. Agustín, De Civ. Dei, VIII, 17) o Donisio de Halicarnaso (I,32, 3) originariamente las Lupercalias romanas presentaban muchas analogías con los misterios arcadios de Pan Lykeos hasta el punto de que algunos consideraban que tenían un origen común. Fauno es el equivalente latino de Pan, y si en la Arcadia el dios recibe el apelativo de "el lobo", en Roma se le denomina Luperco. Aunque en época de la República las Lupercalias se habían convertido en un festividad de purificación de la ciudad de Roma, sus remotos orígenes entroncan, como ya se vió, con ceremonias de corte chámanico protagonizadas por un congregación iniciática de hombres-lobo. ¿Incluían los ritos algún tipo de celebración de tipo visionario?. De acuerdo con la creencia popular, aquellos que consumieran carne humana en el curso de los sacrificios de niños a Zeus Lykeos, una manifestación de Pan Lykeos, quedaban transformados en lobos (Platón, Rep., VIII, 16). Pero en muchas culturas a las plantas u hongos alucinógenos se les denomina matafóricamente como "niños" u "hombrecillos", mientras que en muchos mitos primordiales los espíritus o los mismos dioses proporcionaron a los humanos el conocimiento de plantas sagradas que han sido creadas de los restos despedazados de un hombre o de un niño.

El lobo es, en casi todas partes, un animal de claras connotaciones funerarias, al que se consideraba como un espíritu del mundo subterráneo que anuncia la llegada de la muerte. Se le relaciona con Hécate, patrona de la hechicería, y con Apolo, a quién el animal estaba consagrado, dios que inspiraba las profecías de la Pitia en Delfos y que aparece, a su vez, conectado con el chamanismo por medio de la leyendas de Abaris y de la Tierra de los Hiperbóreos. En los ritos arcadios, con los que las Lupercalias romanas parecen haber guardado bastantes semejanzas, los candidatos a la iniciación, después de atravesar un estanque a nado -aquí el agua es la metáfora de la muerte- quedaban convertidos en lobos, lo que es lo mismo que decir que alcanzaban la categoría de los espíritus del inframundo donde moran las almas de los difuntos.

En el mito de la fundación de Roma, Rómulo y Remo son amamantados por una loba que los salva de la muerte protegiéndoles en un gruta del Palatino. Según algunas leyendas es el propio Fauno el que se convierte en loba. La gruta es el Lupercal y cerca se hallaba un árbol sagrado y una fuente igualmente sagrada, constituyendo un paisaje arquetípico de las cosmogonías chamánicas. En Roma, los sacerdotes que presidían las Lupercalias y en las que los jóvenes medios desnudos realizaban una carrera en torno al Foro, lugar de la primitiva necrópolis de la ciudad, aún recibían el nombre de Lupercos, y eran considerados entre los más antiguos y respetables de los sacerdotes. Una vieja ceremonia con la que se perseguía alejar a los espíritus malignos representados por los lobos, convertida con el paso del tiempo en un ritual de purificación y fertilidad.


En gran parte de Europa, el mes de febrero era considerado como un mes duro y áspero, que en muchos lugares estaba dedicado a los difuntos, y a sus espíritus, así como a los lobos. En las antiguas tierras de Escocia, por ejemplo, el mes caía en medio del período conocido como "mes del lobo" y también como "mes de los muertos". Pero aunque es una temporada aún muy fría algunos pequeños signos de nueva vida que anuncian la próxima primavera hacen en él su aparición. Las ovejas paren los corderos, las cigüeñas retornan de su migración invernal y la lluvia hace crecer de nuevo la hierba. En Grecia y otros lugares del Mediterráneo las plantas bulbosas comienzan a florecer y el vino nuevo ha terminado su proceso de fermentación.

Seguramente por ello los pueblos celtas celebraban a inicios del mes de febrero, el mismo día 1, la fiesta de Imbolic, un ritual de purificación, mediante la exaltación del fuego y las aguas curativas, en honor de Brigit, diosa madre de muchas antiguas tribus europeas, considerada protectora del hogar, las cosechas y las artes, y venerada por bardos, médicos y herreros, ocupaciones todas ellas con una antigua relación con la magia. Se consideraba también a esta diosa, cuyo nombre algunos estudiosos consideran derivado de la palabra del védico sánscrito brihati, un epíteto de lo divino, como una divinidad de la sabiduría, señora de las llamas perpetuas y gran inspiradora de la adivinación y la profecía, la fuente, en definitiva, de los oráculos. En la mitología druídica, la diosa, siendo aún niña, se alimentó con la leche de un vaca sagrada en el Otro Mundo y se apoderó de una manzana en el huerto sagrado y sus abejas habrían traído con ella el mágico néctar a la tierra.

Por otra parte, sabemos que en este tipo de celebraciones purificadoras los druidas, al igual que otros sacerdotes de la Antigüedad, utilizaban las fumigaciones producidas por medio de quemar ramas de ciprés o enebro, cuyos humos alcanzan un alto poder psicoactivo debido a los aceites esenciales, similares al thujol o thujone, un poderoso narcótico, que ambos contienen (Godbey, 1930: 234 ss). Es muy significativo observar que un uso similar con el fin de expulsar a los espíritus malignos y purificar el lugar de su presencia está documentado en toda Asia, desde al Tibet hasta la antigua Babilonia (Ibidem: 235).

En la mitología nórdica los lobos tienen un carácter mucho más terrorífico, relacionado con las fuerzas del caos, la destrucción y la oscuridad. Dos lobos, Skoll y Hati, persiguen respectivamente cada día y cada noche al Sol y la Luna por el cielo, con el fin de devorarles lo que, según las profecías, por fin conseguirán, anunciando así, mediante la oscuridad, la llegada del Ragnarok, la batalla del fin del mundo entre los dioses y los seres perversos, entre quienes se encuentra Loki, y su hijo, otro lobo, Fenrir, cuyos ojos brillaban como ascuas y expelía llamas por sus fosas nasales.

Febrero, se nos presenta como un periodo de transición, entre el frío y duro invierno y la venidera primavera que algunos signos ya anuncian. Por ello se conmemora el rapto extático de Perséfone por Hades, que finalmente será liberada por un tiempo para que la nueva vida brote de nuevo sobre la tierra. La noche del 1 al 2 las mujeres, portando antorchas, acompañan a Demeter en su búsqueda de Perséfone que ha sido llevada a las profundidades infernales. Por eso el mismo día 1 se celebra en Roma la fiesta de Helerno, con el sacrificio de un toro de piel oscura en el bosque sagrado, o lucus, próximo a la desembocadura del Tiber, con el fin de satisfacer a esta primitiva deidad infernal. Pero al igual que la vida surge bajo la tierra, donde se encuentra el Averno, también de allí proceden los espíritus malignos y las almas perturbadas de los muertos. Por eso están presentes los lobos, animal funerario por excelencia, por eso y porque quizá, acuciados por el hambre salan a cazar con más frecuencia y su peligro es más evidente.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un deleite leer estas cosmogonías... Supongo que de todas estas tradiciones y cultos aún quedan vestigios en nuestras festividades más paganas.

En el artículo no encuentro mención alguna a los Carnavales, ¿cual es el origen de esta fiesta?

Carlos G. Wagner dijo...

Aunque no he seguido el tema con profundidad, está claro que tiene un origen pagano. La tradición de las máscaras y disfraces puede estar relacionada con la intención de alejar a los espíritus.

Jaime Tortosa García dijo...

http://www.carnaval.com.do/historia/carnaval.htm

Carlos G. Wagner dijo...

¡Gracias Jaime!

Saludos.

Anónimo dijo...

Interesantísimo, como siempre.
Al respecto y ahora mismo no sé si lo recuerdo bien (tendría que revisarlo porque escribo de memoria, perdón si me equivoco) pero el 2 de Febrero es la festividad de la Candelaria, fecha de aquelarre, y me parece que alguna historia de hombres lobo en época medieval se da en esta fecha.
Y a tal punto será una casualidad, pero en Candeleda está el castro vetón de El Raso, con su santuario de Postoloboso dedicado al parecer al dios Vaelico, el cual es asimilado por tener características comunes precisamente con Apolo.

En cualquier caso me parece todo un acierto el desposeer de connotaciones antropofágicas el mito de Lycaón, siendo por lo tanto la interpretación "tradicional" una forma erronea de leer la leyenda al tomar de manera litereal las palabras en una época posterior en la que se ha perdido uno de los significados. Si es que he entendido bien este punto.

Ramón.

Carlos G. Wagner dijo...

Gracias Ramón. No, no creo que sea una casualidad. Los vettones fueron famosos también por una planta mágica "herba vetonica" de la que encontrarás
información aquí y es probable que se organizaran como cofradías de "guerreos lobos", bien conocidos en otros pueblos de la Antigüedad.

Anónimo dijo...

He estado leyendo sobre la hierba vetónica y desde luego es verdaderamente increíble observar como de una u otra manera estas cofradías de "guerreros lobo" aparecen por todo el hemisferio norte: ulfhednar, neuros o tribus amerindias por poner rápidos ejemplos. Por no mencionar algo tan simple como que los suboficiales romanos vestían también pieles de oso y lobo, o incluso las vélites las utilizaban.
En cualquier caso ¿no debería esta amplia distribución de la iconografia del lobo (y tan similar en algunos elementos)obligar a replantearse su antigüedad?
Particularmente creo que su origen (lupercalias incluídas) no puede estar en los grupos de pastores sino que posiblemente es anterior a la revolución neolítica. En este sentido la evidencia biológica del origen del perro como fruto de la domesticación del lobo (antecede en 3 o 4 mil años a la ganadería)es un argumento contundente de la asociación que debió existir no solo simbólica sino física.
De este modo el trance inducido para proyectarse hacia la forma de lobo parece más una especie de rito de iniciación para convertirse en un buen cazador y nos habla de un modelo social paleolítico.
Si esto lo relacionamos con la afirmación de M. Eliade que nos dice que el rol del cazador paleolítico se transforma en las sociedades neolíticas en el de guerrero readaptando sus usos y maneras, podemos entender que el ritual permanezca durante tanto tiempo.

Ramón D.

Carlos G. Wagner dijo...

Estimado Ramón,
Lo que dice tiene un gran interés, sobre todo ahora que tenemos más datos sobre el chamanismo prehistórico del Paleolítico. A la m edida de mis posibilidades (no soy prehistoriador) lo investigaré. ¡Muchas grcias por su valiosa aportación!.
Saludos muy cordiales.




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